Una historia que nadie quiere escuchar
Voy a
contarle la historia de mi vida.
Cumplo
hoy 17 años. Así que nací me apartaron de mi madre, nunca más la he visto. ¿Y
cuánto a mi padre? Ni idea. Pero no soy la única, como yo, muchas y muchas más.
Como
huérfana que soy, durante toda mi vida he sido muy maltratada, crecí en un
espacio oscuro, pequeño y muy estrecho. Mientras era una joven, vi a todas mis
amigas desaparecer sin decirles adiós y sin alternativa, pero nunca supe cuál
era su destino. Por eso, decidí preguntárselo a una compañera con más edad.
Ella, nerviosa, me ha dicho para no pensar en eso, porque todo iba a quedar
bien. Así lo hice. O al menos lo he intentado.
Años
después, tuve una de mis experiencias más traumatizantes, las personas que me
cuidaban me llevaron a un espacio diferente, solo me acuerdo de un dolor muy
fuerte dentro de mí. Unos meses más tarde, descubrí que estaba embarazada sin
comprender cómo y, días después, tuve a mi hija. Aún no la había visto y ya me
la habían quitado. Enfadada, la busqué y, por una faja, la vi siendo arrastrada
y llevada para otra casa igual a la mía. No estaba comprendiendo lo que estaba
pasando hasta que me llevaron, a mí y a muchas otras, arrastradas por una cuerda
para un local calamitoso. Fue después de ver lo que les estaba pasando a las
que estaban delante de mí en la cola en la que nos encontrábamos que entendí lo
me iba a pasar y lo que le ocurrió a mi hija.
Ahora
ya has descubierto quién soy y, como yo, hay miles de vacas que son muertas
todos los días para el simple gusto de los insensibles a quienes no les importa
nuestro sufrimiento y el de la madre naturaleza.
Maria
Almeida, Ana Pereira, 11.º F
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